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Decadencias

Marcel Schwob, el dulce impudor de Monelle…

Fue uno de esos autores que suelen liquidarse con el adjetivo “menores”. Algunos lo son de verdad. Otros están dotados de una inmensa magia literaria (acaso no mayoritaria) y que los convierte en autores de culto. Tal fue el caso de Marcel Schwob (1867-1905) personaje vinculado al Simbolismo, desgarbado, traductor, erudito y absolutamente letraherido, que pasó como una estela singular y mágica por el París brillante de fines del XIX. Se dio a conocer, en 1889, con un “Estudio sobre el argot francés”. Enamorado de François Villon, quiso estudiar esa germanía de los “coquillards” en la que están escritas algunas de las célebres baladas… Se enamoró de “La isla del tesoro” de Stevenson (que tradujo al francés) y llegó a cartearse con el autor… Schwob gastó los últimos alientos de su vida en un viaje a Samoa –escribió un diario- con objeto de visitar los lugares donde había vivido y muerto Stevenson. Aquejado de una rara enfermedad que apenas le dejó trabajar en sus últimos años, aparte de hacerle adicto a las drogas que empezó a tomar para calmar el dolor, Schwob murió con apenas 38 años. En 1900 se había casado con la actriz Marguerite Moreno, que lo cuidó…

Pero hay un Schwob noctámbulo, trabajador y brillante que publicó colecciones de cuentos como “El rey de la máscara de oro”(1892) y sobre todo tres libros pequeños pero maravillosos, el genial “Vidas imaginarias” (1896), una de las constantes pasiones de Borges, el pequeño “La cruzada de los niños”, en el mismo año, dando luz a una leyenda medieval, y también el mismo año el delicado, sutil y elegante “El libro de Monelle” , cuyo estilo de prosa ayudó al Gide de “Los alimentos terrenales”. El estilo de Schwob hecho de finura, narración, lirismo y evocación resultaba sugeridor y pegadizo, más allá de sus temas, casi siempre entre la ficción, el estudio lingüístico y la cultura, salvo en “El libro de Monelle” que ha vuelto a sacar entre nosotros (para otra generación de lectores, pues existen varias traducciones) la editorial madrileña Demipage… Entre el relato, la sugestión y un misterio impregnado de evocación y noche, “El libro de Monelle” cuenta, con sensualidad y misterio hermoso, la relación que Schwob mantuvo en 1893 con una putita bellísima, frágil, callejera y tierna a la que llamará “Monelle”. “Hoy una mujercita te tocará la mano y saldrá huyendo;/ Porque todas las cosas son fugaces;/ pero Monelle es la más fugaz.” Putita tierna perdida en la noche y sus ensueños, Monelle puede recordar (por la fragilidad, por el atractivo) a la Lolita de Nabokov, pero lo que en esta hay de perverso en Monelle es pureza, aunque se desarrolle en un mundo sórdido. Monelle es la belleza nínfica de un mundo duro donde ella aparece y desaparece como un hada… El libro se salta todo puritanismo para irradiar belleza. Schwob fue un genio que murió prematuramente y que casi encarnó los gozos de la literatura universal.